Parador Nacional de Zamora – **** 4 Cuatro Estrellas – Esentia – Experiencia del 16-17 de enero de 2022


Llegada a Zamora

En plena Vía de la Plata, lugar histórico donde los haya, tenemos Zamora, capital de provincia en Castilla y León. Zamora la sitiada, Zamora la bien cercada desde 1072, cuando la importancia de las ciudades se medía por el número de puertas que tuviera su muralla, con el magnífico Duero a sus pies significando una posición defensiva privilegiada. La mítica Zamora no se tomó en una hora, ni en siete meses de asedio por parte del Rey Sancho II de Castilla, si bien es cierto que ahora sí que al menos, se la puede alcanzar en ese mismo tiempo desde Madrid con el recién estrenado AVE a Orense. Donde El buen garbanzo y el buen Ladrón, de Fuentesaúco son. La capital del románico, ciudad con mayor concentración de monumentos de dicho estilo arquitectónico de toda Europa. La tierra del mismísimo Viriato, fallecido en el año 139 a.C. tras vencer con sus guerras de guerrillas hasta en ocho ocasiones a las huestes del imperio romano, rasgando sus ropajes tras cada contienda y dando origen de esta manera a la Seña Bermeja o bandera de Zamora.


Vista de Zamora, con su Catedral, Aceñas de Olivares y muralla entre otros, así como del río Duero a su paso por la ciudad sitiada, desde la otra orilla, la playa de Pelambres


Check-in en el Parador Nacional de Zamora

En la Plaza de Viriato dedicada al mencionado héroe, en el centro histórico de la capital zamorana, encontramos el Parador Nacional de Zamora. Un palacio renacentista construido en 1459 como vivienda de la familia de los Condes de Alba de Aliste, sobre una antigua alcazaba musulmana y que sufrió las consecuencias de las guerras comuneras o incluso un incendio en 1653 que lo llevó a periodos de abandono. A día de hoy, decorado con armaduras medievales y tapices, fue reconvertido en 1966 en el actual Parador de Turismo categoría Esentia con cuatro estrellas.

Animada mañana de domingo con mercadillo de antigüedades en la Plaza de Viriato de Zamora, con el Parador Nacional al fondo

Estatua dedicada a Viriato en la Plaza del mismo nombre donde se ubica el Parador Nacional de Zamora


Fachada principal y entrada al Parador Nacional de Zamora, donde se aprecian los blasones lijados o borrados (acontecimientos de la Historia para evitar asociaciones indeseadas)


Procedo a realizar el check-in en el parador, donde sorprende desde la entrada en el mismo las galerías al patio renacentista que centraliza el edificio. Espero unos minutos, pues como desde la propia recepción me indican, inusualmente nos hemos acumulado varias salidas y entradas al Parador, así como una llamada telefónica a la que piden los datos para llamar más tarde y prestar la atención que es debida. Aprovecho para reservar la hora del desayuno (sobre las 7:30, cuanto antes mejor, para aprovechar bien el día siguiente) así como la hora de la comida (a eso de las 14:30), pues aunque estoy en régimen de alojamiento y desayuno, ya reservé una mesa para la comida. Recibo la llave de la habitación desinfectada, la invitación a una consumición como Amigo de Paradores y cordiales indicaciones para tomar el ascensor a la habitación en la primera planta, o bien hacia la escalinata original del palacio, justo en el punto opuesto de la recepción y que lleva a la zona de cafetería y restaurante pero que veré y usaré más tarde.

Vista del patio renacentista desde la zona de recepción del Parador


Llave de la habitación (ahora que lo recuerdo, me quedé con la duda de para qué servía la llave pintada de verde) e invitación a una consumición en la cafetería del Parador como amigo de la cadena


Zona que me lleva al ascensor para subir a la primera planta

Escalera moderna en esta zona del Parador y justo a la derecha de la foto, el ascensor


Algunos tapices decorativos


Bonita galería en la primera planta donde se da acceso a las habitaciones a un lado, y con vistas al patio renacentista al otro


La Habitación

Llega el momento de entrar a la habitación doble estándar, que sin nada de lujos, resulta muy espaciosa, cama individual doble, con un gran ventanal con vistas a otra cara del edificio (no por la fachada y entrada principal al palacio) y perfectamente equipada, con todas las comodidades. Bien es cierto que el sillón que hay en la habitación, que trata simular de época, es bastante incómodo, cosa que según he podido contrastar leyendo opiniones por Internet, no es cosa mía solamente. En cualquier caso, no desmerece para nada. Pero veamos todo con unas fotos.

Puerta de la habitación vista desde el interior, con armarios empotrados con perchas, caja fuerte, etc. a la derecha de la foto


Vista general de la habitación con las dos camas individuales, mesillas, lamparillas y magnífico ventanal a la calle


Vista del otro lado de la habitación, con un arcón televisión, espejo, lámparas, silla y sillón


Otra vista de la habitación. Al fondo el famoso sillón que tanto se menciona en comentarios por Internet y es que verdaderamente, sí, es muy incómodo


Otra vista de las camas y cabecero


Detalle del bordado perfecto del símbolo de Paradores Nacionales en la ropa de cama


Nueva vista de la habitación


Parte de las vistas desde el ventanal de la habitación al Archivo Histórico Provincial de Zamora, la Biblioteca Pública del Estado en Zamora, y más a la izquierda aunque aquí no se ve, la Plaza de San Cipriano, con una de tantas iglesias románicas en la capital del románico (la de San Cipriano) y un mirador del mismo nombre, el mirador de San Cipriano


Techo de la habitación (de noche, por eso estaba tan poco iluminado)


Retrocedemos para ver el baño

Habitación doble, pues doble de todo

Bañera completa donde a la mañana siguiente tuve un desafortunado accidente que por suerte no pasó de unos moratones



Baño completo con bidé y lavabo, e incluso un radiador de la calefacción central


La Comida en el Restaurante del Parador

Cumpliendo con la reserva que había realizado, a eso de las 14:30 me presento en el restaurante, atravesando de nuevo la galería de la primera planta en torno al precioso patio renacentista central. Observo la decoración y me llama la atención especialmente la destacada escalinata original del antiguo palacio, decorada con bonita lámpara y tapices así como un caballero con su caballo, ambos debidamente protegidos con sus armaduras medievales.

Arcos de la escalinata original del palacio


Lámpara y tapiz en zona conservada del palacio original, en plena escalinata con una puerta de entrada al salón del restaurante


Mueble de época medieval seguramente, creo que un bargueño si no me equivoco, decorando en uno de los pasillos de habitaciones en la primera planta del Parador de Zamora


El salón ya está animado a esta hora. No obstante, me siento en una mesa que si bien está justo en otra entrada al restaurante, me permite tener una buena perspectiva general de todo el salón así como un ventanal a la derecha para distraer la mirada en las esperas.

Consulto la carta, aunque ya llevaba bastante clara la decisión. Unos habones de Sanabria, quedando todo en la zona de la provincia de Zamora. Me aconsejan eso sí, pedir media ración teniendo en cuenta que mi segundo va a ser la paletilla de lechal asada. Vamos a ver detenidamente cómo vino todo.

Vista general del salón del restaurante del Parador de Zamora donde también se celebran los desayunos


Mi mesa, junto a una ventana, me ofrece ciertas vistas de la zona que da a la piscina, que en primavera y verano debe ser una gloria


Todo listo en la mesa para comenzar


Primera página de la carta del restaurante


La otra página de la carta del restaurante


Carta de vinos y bebidas (1)


Carta de vinos y bebidas (y 2)


Antes de nada, me sorprenden con un rico entrante cortesía de la casa. Una crema de calabaza que quizás me pecó un pelín de dulce (también es cierto que no acostumbro ni a echar azúcar o edulcorantes al café cuando lo tomo) pero con un dátil confitado (piruleta de dátil me dijeron al presentar el plato) que estaba verdaderamente espectacular.

Aperitivo cortesía de la casa: crema de calabaza con riquísima piruleta de dátil o dátil confitado

Para beber, pedí una botella de agua y una copa de vino tinto de la zona, concretamente de Toro, que acompañaría a la perfección tanto a los habones como al asado, teniendo en cuenta que una copa de vino me puede durar toda la comida. Sin que fuera nada relevante, sí que me veo obligado a señalar que desafortunadamente había caído algún resto de corcho en la copa, seguramente contenido en la botella por haber perforado el corcho hasta el extremo en el momento de abrirla.

Copa de vino tinto con denominación de origen Toro, cerquita de Zamora

Ya que había botellitas de aceite arbequina en la mesa y un pequeño cuenco para servirlo, era momento de darle uso al pan de leña que escogí de entre los tres ofrecidos: leña, integral y pan de maíz con pipas y semillas. Debo decir que prefiero el pan con mucha más costra o corteza y mucha menos miga.

Pan de leña y aceite que me sirvo a modo de aperitivo para mojar

Llegan los habones de Sanabria y no decepcionan. Como se aprecia en la foto, parecen crema, bien hecho en el fuego. Lástima que no hubiera más tropezones, pues la orejita estaba muy bien cocidita y rica.

Media ración en cazuelita de habones de Sanabria con oreja y chorizo zamorano

Como segundo, quizás algún otro plato hubiera sido más tradicional o propio de Zamora, pues los asados castellanos quizás están más asociados a otras zonas como por supuesto Segovia o también Valladolid. Pero me convencía a la perfección la combinación tras los habones. No es el mejor asado que he comido nunca ni la paletilla más generosa, pero sí que quedo muy satisfecho en sabor, cantidad y calidad. Además de las patatas panaderas que venían anunciadas en la carta, unos minutos después también me trajeron una ensalada mixta (lechuga y tomate) para acompañar.

Paletilla de lechazo asada de forma tradicional con patata panadera


El asado visto desde otro ángulo


Ensalada que me trajeron unos minutos después también para acompañar al asado con sus patatas


Vamos a por los postres. Siempre hay que dejar hueco para los mismos, y si algo lleva en el título “zamorano”, hay que probarlo.

Carta de postres y sobremesas (1)


Carta de postres y sobremesas (y 2)


Así pues, vamos a por esas cañas zamoranas rellenas de crema y acompañadas de un chupito de vino tempranillo que detecto dulce o fortificado y que marida perfectamente con el postre. Las cañas, si bien me dispusieron cuchara y tenedor, lo cierto es que la manera posible de comerlas era con las manos, pues había que hacer demasiada fuerza para partir la masa de la caña con el riesgo de que algo saliera volando por los aires. La masa me gustó mucho, quizás me la imaginaba tipo hojaldre y no tan contundente, con el rico sabor al aceite de oliva en el que se han frito y que tanto me recuerda a otros dulces manchegos como las flores. Y la crema interior, también riquísima. Para rematar, un café solo pues no hay que dormirse para poder aprovechar la tarde por Zamora antes de que caiga el sol (estamos en enero y anochece pronto).

Cañas zamoranas rellenas de crema con un chupito de vino “tempranillo”


Café solo expreso


Comida terminada

Con la comida terminada y la cuenta cargada a mi habitación, salgo por la otra puerta del restaurante que va a dar a la cafetería, y de ahí salgo a la terraza al aire libre que es una auténtica bendición, desde donde parece que también se accede a la piscina en los meses de apertura. Disfruto unos minutos de las vistas desde este punto, antes de recrearme en la escalinata del palacio, el patio central y regresar a la habitación por unos instantes.

Vistas de la biblioteca y archivo desde la terraza al aire libre del Parador

Vista de la iglesia de San Cipriano con un cielo precioso desde la terraza al aire libre del Parador


Terraza al aire libre del Parador, muy disfrutable en el cuerpo del día incluso siendo el mes de enero


La piscina con vistas de Zamora al fondo desde la terraza del Parador


Armadura medieval decorativa en el Parador


Descenso a la planta baja desde la zona de cafetería y restauración


Bonitas armaduras medievales de caballo y caballero decorando la escalinata del antiguo palacio que da acceso a la izquierda al restaurante, y arriba del todo a la galería de habitaciones


Otra vista de armaduras, escalinata, tapiz y lámpara


Galería alrededor del patio central del Parador


Patio renacentista, centro del Parador, con sus columnas, cristaleras, medallones dedicados a héroes de nuestra Historia y pozo


Subida a la escalinata de regreso a la habitación tras la comida


Bonita vista de tapiz y lámpara desde lo alto de la escalera


Nueva vista del patio central desde la primera planta


Tras unos minutos de asueto en la habitación, es momento de pasear por la zona histórica de Zamora, pasando desde el Parador por iglesias románicas y miradores hasta llegar finalmente a la bella catedral románica de Zamora y a su castillo rehabilitado.

Vistas del puente de piedra sobre el río Duero desde el mirador del Troncoso


Vista general de la catedral románica de Zamora


Vista general del castillo de Zamora


Vista del atardecer sobre la catedral de Zamora desde la torre del castillo


El Portillo de la Traición, por donde Vellido Dolfos regresó a la ciudad de Zamora a dar parte a Doña Urraca del asesinato que había cometido del Rey Sancho II de Castilla durante el famoso asedio, escapando de la persecución del Cid Campeador. Como canta el romancero: “Vellido Dolfos se llama, hijo de Dolfos Vellido; si gran traidor fue su padre, mayor traidor es el hijo;”


Placa junto al renombrado Portillo de la Traición como Portillo de la Lealtad, según la interpretación desde el punto de vista castellano o leonés-zamorano, respectivamente


La Cena en la Cafetería del Parador

Hace bastante frío en Zamora y va cayendo la noche, así que tras un rodeo por la ciudad, regreso al Parador para entrar en calor con un café con leche que pago con la invitación por ser Amigo de Paradores. La cafetería está repleta parece que de locales que no están hospedados en el Parador pero terminan aquí su paseo desde la Calle de Santa Clara, parando a repostar antes de dar marcha atrás, o quién sabe si continuar el paseo hacia la zona monumental.

Anocheciendo, a los pies de la muralla de Zamora, se observa la Zamora al otro lado del Duero


Iglesia románica de Santiago del Burgo

Plaza de Zorrilla con el Palacio de los Momos al fondo

En la Plaza Mayor, a los pies de la Iglesia románica de San Juan, el monumento al merlú y su llamada a las procesiones de Semana Santa


Cae la noche en el Parador de Zamora


Café descafeinado de sobre con leche caliente en la cafetería del Parador para entrar en calor y reponer fuerzas

Tras esta parada técnica y con algo más de ropa de abrigo, ahora que ha caído la noche por completo es buen momento para visitar la catedral y el castillo de noche para disfrutar de sus iluminaciones nocturnas.

Catedral de Zamora con iluminación nocturna


Paso de la catedral al castillo


Castillo de Zamora con su iluminación nocturna

Con un frío del carajo (el grajo debía estar volando por los suelos), regreso a la cafetería del Parador para disfrutar de una cena, si bien es cierto que apenas tengo hambre tras los habones y el asado de la comida. En cuanto al espacio de cafetería como tal, no tiene mucho que destacar, quizás incluso bastante limitado, con pocas mesas. Bien es cierto que esta noche de domingo, cuando llegué tan sólo había otra mesa ocupada y en toda la noche, creo que nadie entró a cenar al restaurante. Eso sí, en temporada alta, la terraza exterior debe dar la vida, y ahí sí que hay encanto, amplitud y muchas más mesas para disfrutar.

La carta de cafetería es bastante parecida a la de otros Paradores. Me suena haber comido por otros lares por ejemplo el Sándwich Club, con bacon, huevo, pollo, jamón y queso, que nunca falla, y desde luego que no defrauda, acompañado de unas patatas fritas que ojalá hubieran sido más grandes y sin partir. Llega a la mesa y el hambre se hace sola. Por cierto, la yema del huevo coronando el sándwich, perfecta, espectacular, como mandan los cánones.

Primera página de la carta de la cafetería del Parador Nacional de Zamora


Siguientes páginas de la carta


Página de bebidas de la carta de cafetería


Vista de la zona más amplia de mesas en la cafetería del Parador Nacional de Zamora con la barra a la derecha


Entrada y barra de la cafetería del Parador


Zona más angosta de mesas de cafetería en el pasillo que da paso al restaurante del Parador


Todo listo para que llegue la cena


El Sándwich Clud de los Paradores Nacionales, con su pan tostadito, bacon, huevo, pollo, jamón y queso. Una bomba deliciosa. Con algunas patatas fritas


Ojo a esa yema perfecta


Por aquí ya está todo hecho, así que es momento de subir a la habitación. Cotilleo antes por una puerta un salón que estaba cerrado. Y me pregunto si se puede pasar al patio central, pues en toda mi estancia no he visto a nadie en su interior, cosa que me sorprende. Pregunto en recepción y me confirman que no hay ningún problema, claro que se puede abrir alguna de las puertas y disfrutar del patio desde su interior. Así que eso mismo hago, y aprovecho para hacer algunas fotos nocturnas que los cristales de las galerías me estaban impidiendo por los reflejos. Los minutos que paso aquí observando las columnas y medallones son maravillosos.

Vista de un salón frente a cafetería que permanecía cerrado


Otra vista del salón cerrado con sus ventanales a la calle


Vista nocturna del patio renacentista con su pozo, columnas, medallones y cristaleras


Uno de los medallones del patio dedicados a reyes y héroes de nuestra Historia de España


Vista frontal de uno de los lados del patio


Otra vista nocturna con ángulo del patio renacentista de este antiguo palacio


El Desayuno

Llega uno de los grandes momentos, de los más esperados cuando me hospedo en un lugar de estas características. El desayuno. Es lunes de enero, así que no espero una gran afluencia en el comedor. Me extraña que la cosa está más tranquila de lo esperado. La puerta del salón está cerrada y no veo las viandas preparadas para el autoservicio de buffet. Veo a una chica empleada de Paradores en su interior y decido entrar. Me recibe cordialmente y me indica que el buffet no está disponible. Esto para mí es un jarro de agua fría, pues disfruto sobremanera el desayuno buffet. Me indica que me servirá una muestra y que existe una carta en la mesa. Amable y textualmente me dice “usted pídame todo lo que se le antoje, que yo se lo traigo. Dicho y hecho. La atención que me brindó esta chica durante el desayuno fue extraordinaria. También me indica que me siente donde desee pues al menos a esa hora parece que no va a desayunar nadie más. Más tarde, cuando procedía a realizar el check-out, sí que pude observar varias mesas ocupadas en el desayuno.

Lo cierto es que hay de todo, y la cocina está abierta, pero sí es cierto que me pierde un poco de encanto el tener que andar pidiendo, el no poder seleccionar exactamente lo que quiero y en qué cantidades, etc. Por ejemplo, pedí los embutidos y el plato que me trajeron estuvo muy bien. Pero quizás con el buffet, hubiera preferido comer sólo jamón, o repetir, o vaya usted a saber. Lo mismo con la fruta, los dulces, etc. Pero bueno, no puedo quejarme en absoluto, pues tal y como me dijo la chica, todo lo que se me antojó, me lo trajo, y podría haber seguido pidiendo, que habría continuado trayéndome.

El salón del restaurante también utilizado para desayunos, completamente vacío a estas horas tempranas de un lunes de enero


Muestra que me traen del desayuno como sustitutivo del buffet libre con un poco de todo, frutas, croissant, bizcocho y tomate

Carta con todo lo que puedo pedir para el desayuno. Habrá que probar un poco de todo


Tostadas con mantequilla y mermelada. Buen pan


Esta mesa de desayuno está aún muy triste. Hay que pedir más cosas


Platito de embutidos con queso, chorizo, jamón y pavo, y un zumo de naranja


Llegan el café y la leche, ñam, ñam


Al rico café con leche mañanero en fina taza de Paradores


Este desayuno ya se va animando


Habrá que comer algo contundente para aguantar hasta la hora de la comida. Por ejemplo, un huevo frito acompañado de unas chichas zamoranas que habrá que probar (lástima que no estaban bien calientes)


Y aprovechando que la cocina está abierta, también unos churritos

Esto va terminando tras casi una hora


Check-out y Factura

Llega el momento de abandonar el Parador, aunque no Zamora donde quedan unas últimas horas. Así pues, el desglose de la factura incluye:

-      Noche en habitación doble de matrimonio en régimen de alojamiento y desayuno con descuento del 15% por colectivo especial (si bien es cierto que echando cuentas, prácticamente sale lo comido por lo servido respecto a si hubiera seleccionado el régimen de media pensión con la Tarifa Parador habitual), por un precio total de 109,65 euros.

-        Desayuno – Incluido en la reserva.

        Comida – Servicio de pan y aceite, media ración de habones de Sanabria, paletilla de lechazo asado, botella de agua de medio litro, copa de vino tinto de Toro, postre de cañas zamoranas y café expreso por un total de 49,65 euros.

-        Cena – Sandwich Club y botella de agua de 1 litro por un total de 13,60 euros.

La suma asciende a un total de 172,90 euros.

Y un total de 52 puntos de saldo a sumar en mi tarjeta de Amigos de Paradores pensando en poder canjearlo por noches gratis en el futuro.

Factura completa de la estancia en el Parador Nacional de Zamora


Y a Seguir

Aún me quedaba buena parte del día por Zamora. Mismamente tras hacer el check-out, a las 11:00 tenía una visita guiada por la zona monumental románica con Cristina que fue una guía maravillosa, culminando en el interior de la catedral. Después de eso, continué dando alguna vuelta por la ciudad y disfrutando nuevamente de algún mirador. Llegó la hora de la comida y no se podía abandonar Zamora sin probar un buen arroz a la zamorana, que pude probar en la Calle Herreros que nace en la Plaza Mayor, y la verdad es que estuvo contundente y bueno, para hacer en casa sin duda de vez en cuando.

Después de comer aún me quedó tiempo para cruzar el puente de piedra y tomar algunas panorámicas desde la playa de Pelambres, como por ejemplo la primera foto que puse en esta entrada.

Y desafortunadamente, todo llega a su fin, así que, regreso a casa con un nuevo buen recuerdo de otro Parador Nacional para la lista.

Catedral de Zamora con la primera luz de la mañana


Preciosa cúpula de la catedral de Zamora


Detalle de la torre de la catedral. A mayor altura, más oberturas para aligerar el peso y poder elevar la construcción en altura


Uno de tantos nidos que sobrevivieron a Filomena con sus cigüeñas habitándolo

La bonita cúpula de la catedral de Zamora que tanto atrae la atención tanto desde fuera como desde dentro


Magnífica sillería en la catedral de Zamora


Policromías originales del románico en la catedral de Zamora


El bueno arroz a la zamorana en la calle Herreros, con su chorizo, magro de cerdo y lo que se pille de matanza


Plaza Mayor de Zamora


Vista de Zamora, con su Catedral, Aceñas de Olivares y muralla entre otros, así como del río Duero a su paso por la ciudad sitiada, desde la otra orilla, la playa de Pelambres

Otra vista panorámica de Zamora y el río Duero desde el otro lado del puente de piedra




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